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miércoles, septiembre 08, 2004

Alguien toca la puerta

Se miro las piernas. Le gustaban sus piernas. Las levanto jugueteando y las vio reflejadas en el espejo. Realmente eran bonitas. Las dejo caer abruptamente sobre el colchón y buscó a tientas el control remoto de la televisión

Vicente había partido esa mañana. Se había despedido con un beso en la frente mientras ella fingía dormir. Odiaba las despedidas especialmente cuando no se sabía con exactitud la fecha de retorno. Iré a París, la embajada me ha pedido que vaya dentro de la comitiva del país que estará en la feria del libro de esa ciudad. Todo ha sido de última hora. Sabes que no puedo decir que no. Es una buena oportunidad para hacer contactos, con suerte y hasta consiga que mi obra se publique en francés. Ella nada más asentía, trataba de sonreír pero le era imposible, al menos, se dijo después, logro ahogar la mueca de fastidio que estuvo a punto de aparecer en su cara. Para esas horas de la mañana Vicente debería estar cruzando el Atlántico. ¿Por qué no le había pedido que lo acompañara? En París sólo había estado una vez, y de eso hacia ya casi una década, mucho antes de conocer a Vicente y a todo ese grupo de amigos escritores tan llenos de ideas y palabras, palabras, palabras.
     La noche anterior había estado leyendo uno de los tantos libros que el le había recomendando. Era un libro de cuentos en el que el personaje principal de cada uno de ellos era siempre una mujer, diferente en todos los cuentos pero a la vez la misma, que de alguna u otra manera siempre terminaba en un baño mirándose al espejo. Seguramente se había quedado dormida leyendo y ahora que deseaba no pensar en Vicente no lo podía encontrar.
     Un beso en la frente. ¿Qué clase de despedida era esa? Y en su mente desfiló todo la filmografía de despedidas y besos que recordaba, el cliché del andén y el tren comenzando a caminar mientras el amado asoma la mano por la ventanilla y la chica enamorada que lo espera lo despide agitando un pañuelo en su mano con el que en breves momentos se limpiara las lágrimas que recorrerán su cara. Un relámpago del pasado le recordó que habían sido los besos de Vicente los que la habían enamorado y como de buenas a primeras había dejado la casa de paterna para instalarse en aquel departamento y descubrir los hilos secretos que movían la vida del escritor del que había sabido a través del periódico y mucho después, incluso ya viviendo juntos, a través de sus libros.
     Agradecía que nunca la hubiera obligado a leer sus textos, ni siquiera los nuevos. Tremendo lío en el que la habría metido en caso de haberle preguntado. A ella que prefería la televisión y el cine a tomar un libro. Que confundía el nombre de los escritores favoritos de Vicente con el de sus amigos. ¿Que hoy no viene a cenar Bolaño? ¿O Acaso era Bioy? ¿O Borges? La risa sarcástica de él. Bueno tu amigo de apellido raro que empieza con B. Y después no saber donde esconderse al enterarse que todos esos escritores ya estaban muertos. Que con Bolaño se había carteado alguna vez sin que eso se convirtiera en un gran amistad, pero ni soñarlo con Bioy o con Borges… Y entonces él comenzó a prestarle libros…
     Su obsesión eran las habitaciones con ventanas por las que entrará la luz del sol por la mañana. Y eso le había encantado del apartamento de Vicente la primera vez que amaneció ahí. Abrió los ojos y se descubrió bañada por la luz cegadora del sol. Por largo rato permaneció desnuda en la cama mirando el avance del sol sobre su cuerpo hasta que sintió las manos de Vicente recorrer sus nalgas y la boca ávida buscando su entrepierna. Me gusta tu ventana, le dijo acariciándole el rostro, jugueteando con su cabello. Sólo por eso tal vez me quede junto a ti. El sonrió y la siguió besando.
     ¿Por qué entonces se había ido solo? Con esa naturalidad de quien va a la esquina por el periódico. Ni siquiera saber cuando volvería. El sufrimiento de aguardar el repiqueteo del teléfono. Esperar, ¿cuántas horas de diferencia? Encontró el libro sobre el buró y también se topó con la fotografía que alguno de los amigos fotógrafo de Vicente les había tomado. En la impresión a blanco y negro se veían sus rostros radiantes y felices. ¿Dónde había sido? ¿En qué viaje? ¿En aquella ciudad pequeña perdida en la sierra o sería la vez que lo habían invitado a leer a aquella playa del sureste de aguas transparentes y blanca arena? Lo había olvidado. Tenía la certeza de que las cosas relevantes se le esfumaban de la mente.
     Apartó las sábanas con un movimiento que denotaba aburrimiento y flojera. Se miro las piernas. Le gustaban sus piernas. Las levanto jugueteando y las vio reflejadas en el espejo. Realmente eran bonitas. Las dejo caer abruptamente sobre el colchón y buscó a tientas el control remoto de la televisión. Recorrió los canales. Un video musical pareció captar su atención pero entonces recordó que ya lo había visto. 70 canales y nada. Lo dejo en cualquiera solo para tener un sonido de fondo. Finalmente se levantó y se paro frente al mismo espejo donde había visto sus piernas. Hizo caras y tomó diferentes posturas tratando de divertirse. Aún soy bonita. ¿No es así Vicente?
     El viaje duraría nueve horas, eso sin contar las escalas. Y el se había despedido con un beso en la frente cuando ella esperaba uno, aunque fuera apenas perceptible en los labios. Recordó entonces que el espejo donde ahora contemplaba su reflejo había estado en el baño anteriormente. Y al pensar en el baño sintió un cosquilleo en su vejiga. Aprovechando que estaba sola se quito las bragas ahí mismo para nada más llegar a la taza, acomodarse y soltar la orina.
     Que delicia…
     Entonces escuchó que tocaban la puerta.

Antonio Marts

2 Comments:

Blogger carmilla hash said...

me gustó mucho la narrativa y me gustó aun mas el final...
las despedidas son una mierda, pero lo es aun mas la maldita espera de algo que nunca sera lo mismo

31 de octubre de 2004, 10:51:00 p.m. GMT-6  
Blogger atomica said...

hello...
que de verdad esta el final medio dramatico... sin embargo... vicente?... raro no?.. me preguntaba si era hombre o jules la que escribia.. no?.. jijijiji..
de todos modos.. buena literatura..

3 de noviembre de 2004, 7:42:00 p.m. GMT-6  

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